En la evaluación curricular de las escuelas de cocina se valora la capacidad del alumno de replicar y de conocer con exactitud parámetros y valores a través de indicadores subjetivos. En el CIB sabemos que el éxito profesional no funciona de este modo porque las cocinas son, fundamentalmente, un trabajo de equipo. Juzgamos los resultados globales de igual modo que se hace en las empresas, y reservamos la valoración personal para aquellas habilidades cognitivas y actitudinales que hacen al individuo diferente. Se trata de un modelo pedagógico con evaluación transversal y motivadora que utiliza el reto (los challenge) como marco de acción para que los alumnos hagan sus propuestas de resolución.
"En contra de lo que muchos piensan, la habilidad académica no es sinónimo de inteligencia. Nos hemos acostumbrado a creer que un niño al que no le va bien en el colegio no es inteligente, cuando en realidad puede tener mucho talento y ser brillante y creativo. El problema es en el sistema educativo no se valora la inteligencia, sino la capacidad de destacar en ciertas asignaturas o materias".
Ken Robinson
Cuando diseñamos el CIB, ya determinamos que los sistemas de evaluación por materias independientes no eran ni útiles ni cercanos a la realidad del mundo profesional. Las personas, en sus trabajos, no son juzgadas por su grado como expertas en una función determinada, sino por su capacidad global, por el todo, por su inteligencia global más que por la específica. De manera que nos planteamos por qué debíamos seguir el modelo de evaluación tradicional analizando los microconocimientos (las fracciones de lo que sabes) en vez de medir los macroconocimientos (lo que sabes hacer con lo que sabes), como en la vida real.
"La vida va de retos, no de formularios".
Ferran Fisas
Integrado en el modelo educativo y plan de estudios, el Challenge nos permite visualizar el resultado con independencia del micro, evaluando transversalmente haciendo intervenir el conocimiento, las habilidades, las actitudes y las posibilidades a través de retos para resolver problemas reales y cada vez más complejos.
Consideramos que la experiencia de evaluación debe ser positiva, útil y motivadora para superarse a uno mismo proporcionando un nivel de autoconocimiento extraordinario.
En el CIB se evalúan materias de forma transversal. Es decir, en un mismo ejercicio se evalúan distintas materias simultáneamente. Para que esto sea posible, deben cumplirse los siguientes preceptos:
Casi todas las evaluaciones son grupales, con varios componentes en cada equipo. Cuando esto ocurre, la evaluación debe hacerse al grupo y no al individuo. Hay que argumentar al alumno que el trabajo de una cocina es un trabajo de equipo y que en el restaurante o cocina será juzgado por sus clientes no por la individualidad del chef, sino por el resultado del equipo incluyendo al chef. Una individualidad excelente no acredita un equipo con el mismo adjetivo. Al igual que ocurre con un equipo de fútbol, el indicador del partido es del equipo, gane, empate o pierda, con independencia del indicador de cada jugador individual.
Asimismo, en el CIB aseguramos que nuestros ejes principales son la creatividad y la innovación, y los describimos de la siguiente manera:
Es por esto por lo que cuando evaluamos a alguien que crea o innova es ciertamente complejo ajustarse a parámetros predeterminados, puesto que la creatividad parte de la necesidad de salirse de lo predeterminado y la innovación de lo conocido. Creemos y afirmamos que, en el contexto de desarrollo de la creatividad en la educación y la innovación, todo lo que dice o hace un alumno es una propuesta y estas nunca pueden considerarse incorrectas, buenas o malas, sino ajustadas o no al objetivo del ejercicio creativo.
Por lo tanto, es necesario que siempre exista un objetivo definido en cada sesión de evaluación (igual que debería existir en cada experiencia de aprendizaje) para que la evaluación se atienda al mismo.
Estos objetivos, deben definirse en cada materia de la evaluación y se debe prestar atención a que contengan la congruencia taxonómica adecuada (conocer, comprender, aplicar, analizar, evaluar, crear) y, después de ello, disponer de la gradación de la rúbrica ajustada a la misma.