La escuela de cocina Culinary Institue of Barcelona apuesta por la innovación y creatividad para formar a futuros chefs.
1. El actual sistema educativo
2. ¿Qué tienen en común los grandes chefs?
3. La creatividad es una actitud
4. Una transformación personal
5. Un paso más allá en la formación culinaria
En el modelo de enseñanza tradicional de las escuelas y más aún de las escuelas de cocina, prepara a los alumnos para encajar en unos estándares del sector que anulan el potencial creativo de los estudiantes. La disciplina, la repetición, el orden y la capacidad de trabajar bajo presión son algunas de las cualidades que algunos restauradores buscan, en definitiva, mano de obra que responda a un tipo de mando militar.
Cuando miramos a restaurantes y chefs reconocidos como el Mugaritz de Andoni Luis Aduriz, El Celler De Can Roca de los hermanos Roca o Les Cols de Fina Puigdevall entre otros, hay algo que comparten, y es la valentía para asumir riesgos creativos y la convicción sobre su propuesta innovadora.
Esto es lo que el Culinary Institute of Barcelona trata que forme parte del ADN de todos los estudiantes que pasan por la escuela.
Tanto es así, que los primeros días de clase los alumnos del CIB tienen una formación intensiva en materia de creatividad e innovación para sentar las bases de los meses de formación que les quedan por delante. Este bootcamp se desarrolla durante una semana y está capitaneado por Jordi Reixach profesor de creatividad de la universidad de Girona y por Eduard Bosch profesional con más de treinta años vinculado al sector de la restauración y creatividad e innovación en restaurantes como El Bulli. y miembro de Roca Lab, el laboratorio culinario de los hermanos Roca.
Este tándem junta, por un lado, la experiencia en materia de creatividad en general de Jordi con la creatividad aplicada a la cocina de Eduard.
El objetivo de las sesiones es darle al alumno herramientas para desarrollar su lado creativo, potenciar su actitud creadora y sobre todo la confianza en sí mismo para llevarlo a cabo.
Durante una de las sesiones en la que tenían que solucionar un reto para crear el restaurante más sostenible y consciente del mundo, salieron un total de 350 ideas en 45 minutos, “esto es un orgasmo mental”, comenta Jordi. Podían ser ideas relacionadas con la cocina, pero también con la sala, la decoración, el servicio…
Jordi nos cuenta que los alumnos se dan cuenta de que pueden tener muchas ideas, pero lo más importante de este proceso de aprendizaje es que viven una transformación personal, adquieren confianza en sí mismos y, lo más difícil, confianza creativa.
“Cuando ellos se dan cuenta de lo que son capaces de hacer esto les hace sentir bien, entonces se transforman como personas”. Jordi Reixach.
Durante estos días su formación les sirve para explorar su creatividad y ganar la confianza en sí mismos, pero esta sesión no se queda aquí, en octubre retomarán las sesiones para llevar todo el trabajo creativo a la realidad y presentar su proyecto gastronómico ¿y por qué en octubre?, para que tengan el tiempo suficiente de adquirir los conocimientos y técnicas en la escuela y el criterio para detectar si lo que están haciendo realmente es innovador.
La cocina es una actividad que el ser humano ha ido desarrollando y transformando en paralelo a su evolución. En el siglo XXI comer ya no es solo un acto de supervivencia, sino que va más allá, siendo un acto cultural, artístico e incluso de desafío a lo preestablecido, solo aquellos que sepan adaptarse a los cambios del sector y ser parte activa de esta trasformación serán capaces de pasárselo bien en el camino.
“El CIB es una escuela de cocina atípica porque lo que se pretende es que la técnica o cocinar en sí casi sea lo menos importante”. Eduard Bosch.
En el CIB damos las herramientas a nuestros alumnos para que aprendan a “pensar fuera de la caja", a cuestionar lo preestablecido y potenciamos su lado creativo e innovador que les permita liderar su carrera de chefs.
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