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Hola Day. Cuando empieza todo... de verdad

Escrito por Ferran Fisas | mayo 2025

Cada curso comienza con un latido. Un latido que no se escucha: se siente. Así es el Hola Day en el CIB, un ritual de bienvenida que no solo inaugura una etapa, sino que marca para siempre.

Una bienvenida que se vive con el cuerpo

Ayer fue Hola Day. Y aunque lo celebramos tres veces al año, esta vez fue distinto. Algo vibró más fuerte. Algo se desbordó. Los protagonistas, como siempre, fueron los nuevos alumnos... pero también sus compañeros veteranos del PCAC, que llevan apenas cuatro meses en la escuela y que ayer mostraron qué significa realmente ser CIBer.

Desde el primer minuto, todo tiene intención. Al entrar en el edificio, cada nuevo alumno recibe una camiseta con un mensaje claro: "I wanna be CIBer". Se la pone al instante, casi sin pensar, como si ya supiera que está dando un paso importante. Aún no ha empezado el curso, pero la transformación ya ha comenzado.

Una batucada que no se puede ensayar

En el atrio del CIB, la música estalla. La batucada no es una actuación: es una llamada. Los veteranos se mezclan con los músicos profesionales, pero esta vez algo fue diferente. Tocaban con un ímpetu que no se puede fingir. Improvisaban, se reían, se contagiaban entre ellos. Y contagiaban a los demás.

Más de 120 personas vibraron al ritmo de esos tambores. El sonido no paraba. Nadie quería que parara. Desde arriba, ver ese momento fue profundamente emocionante. Era como si todo lo que el CIB representa —pasión, comunidad, libertad, energía— estuviera latiendo al mismo tiempo en ese espacio.

De alumnos a anfitriones

Después de la música, llega el gesto más valioso: acompañar. Los veteranos se mezclan con los nuevos, los guían, les muestran la escuela, les cuentan lo que no sale en los catálogos. Hacen de anfitriones, sí, pero también de espejos. Les muestran lo que ellos mismos serán dentro de muy poco.

Y finalmente, al terminar el recorrido, llega el momento simbólico: reciben su uniforme, los cuchillos, la mochila... pero lo esencial ya ha ocurrido. Ya son parte del CIB.

K5: donde la emoción se convierte en amistad

Pero el Hola Day no termina cuando se apagan los tambores. A medida que todo acaba, los alumnos —nuevos y veteranos— cruzan la calle y se encuentran en el pequeño bar de Hui, justo frente a la escuela. Un lugar modesto, pero cargado de sentido. Ellos lo llaman K5, porque si las cocinas del CIB se llaman K1, K2, K3 y K4, este es su siguiente espacio natural.

Allí, entre refrescos y cervezas, empieza la verdadera conversación, la que no necesita presentación ni excusas. Allí nacen las primeras amistades, los primeros planes, las primeras risas que ya suenan como si fueran de toda la vida. Es en K5 donde el Hola Day termina de sellar el vínculo que unirá a estas personas para siempre.

Más que un acto, más que un día

Ayer vivimos el mejor Hola Day que recordamos. No porque todo saliera perfecto, sino porque todo fue auténtico. Porque los alumnos no solo fueron recibidos: fueron abrazados por una comunidad que vibra y sueña junta.

Así empieza el camino. No con una clase. Con un latido. Y, como tantas veces, con una cerveza en la K5.